En este caso clínico, recibí el aviso del propietario para ver a su caballo. Los síntomas que me comenta por teléfono es que el caballo se encuentra triste y no come apenas nada.
Cuando llego a la cuadra lo primero que me llama la atención es una cojera grave, además el animal tenía fiebre y estaba triste. Siguiendo con el chequeo, confirmo con la analítica que tenía piroplasmosis (para la cual se le puso tratamiento y se trata con éxito).
Una vez acabada la exploración, expuse mi preocupación por la gravedad de la cojera. En estos casos siempre se valora y se consulta la opinión del propietario, para conocer más ampliamente como se ha ido desarrollando la cojera.
El propietario pensaba que se debía a un cuarto tratado por el herrador y que se habia reproducido. Basándome en las pruebas que realicé en un primer momento, le expliqué mis dudas sobre que esa fuera la causa de la cojera, accediendo a que examinara al caballo otro día.
Así, procedí a un segunto estudio y a la realización de radiografias con el equipo portátil de radiología digital, encontrando esta fractura articular grave, con pronóstico reservado, dado que se opta por un tratamiento conservador.
*AMPLIAR LAS RADIOGRAFÍAS PARA VER EL DETALLE DE LA FRACTURA.